Todos lo habéis visto. Un canto a la bondad. A la ilusión. Al nos tenemos los unos a los otros y eso es lo que cuenta.
Y una mierda.
Interpretación # 1 (inspirada en The Wicker Man, de Robin Hardy)
Carmina es la antigua maestra del pueblo. Este es un detalle importante: Carmina ha sido a lo largo de muchos años la principal figura de autoridad represora para todos los habitantes en sus infancias. No se nos dice nada al respecto, pero podemos imaginarnos que pertenece a la generación de la letra con sangre entra. Adivinamos métodos pedagógicos brutales, castigos arbitrarios, orejas de burro para los alumnos rezagados. Hay un resentimiento muy chungo alojado en la psique de los lugareños durante décadas. Y ha llegado el día de la venganza.
Carmina es víctima de un engaño. La turba enfurecida se sirve de su nieto para embaucarla. Observad que al principio del anuncio él aparece distante, preocupado solo por su teléfono móvil, mientras que a medida que el anuncio avanza parece irse involucrando más y más hasta transformarse en el director de la farsa. Él es quien programa esas imágenes del sorteo en la televisión, sirviéndose de alguna app demoniaca. Y Carmina cae en la trampa. Bajas la guardia una vez y se desata el infierno. Nunca te fíes de un hipster.
El hijo de Carmina no está en el ajo. Bastan unos segundos para ver que es un pusilánime, víctima de una madre castradora y un padre ausente (la fotografía en blanco y negro en que, al inicio del anuncio, se ve a Carmina aún joven junto a un hombre nos indica que está muerto, es un hecho que en las películas salir en una fotografía en blanco y negro es estar muerto, eso ya nos lo enseñó Kubrick en El resplandor, no me diréis que os coge de sorpresa). Pero también es incapaz de rebelarse. Se huele la tostada y no se atreve a destapar el fraude. Se deja llevar. No está preocupado porque la verdad pueda fulminar a Carmina. Lo que le acojona es su violentísima reacción cuando se dé cuenta. Aquí hay tragedia.
Los vecinos van representando sus papeles. Uno a uno, envuelven a Carmina en una fantasía cruel en la que ella se ve millonaria y dueña, una vez más, de las voluntades de todos los que la rodean. Ella dice al bar, y todos al bar. Ella dice al faro, y todos al faro.
Solo hay un momento en el que Carmina puede salvarse, y es la aparición de la Guardia Civil. Los agentes no son del pueblo, no saben qué se está cociendo ahí. Solo ellos podrían detener el horror mandando a la gente de vuelta a sus casas, donde la realidad será ya imposible de esconder. Pero no lo hacen, precisamente porque no entienden una mierda: ¿los vecinos se van de picnic?, pues los escoltamos, no vayan a colapsar la carretera. Mantengamos el orden viario. El resto nos la pela, somos agentes de la Ley. Los papeles, joder, los papeles.
Al final, el hijo de Carmina no puede más, ignorando que todos los que le rodean son figurantes en un rito sacrifical. Trata de razonar con su madre pero ella sigue en su planeta. Le regala el décimo. Mira al mar. El hijo quiere morirse. Hay ascopena. Y el anuncio acaba.
El desenlace:
La escena final eliminada del montaje es la consumación de la revancha: los vecinos de pronto se ponen serios, se acaban la langosta, le enseñan a Carmina un calendario zaragozano. Ella se derrumba sobre su silla, se viene abajo creyendo que su propio hijo está involucrado. Los vecinos abandonan la sala y prenden fuego al faro con ella dentro.
Finalmente, ejecutan una danza ritual ante las llamas, dirigidos por el nieto.
Interpretación # 2 (Inspirada en El ángel exterminador, de Luis Buñuel)
Carmina está desequilibrada. Demencia senil, abuso de fármacos, alcoholismo, lo que queráis. No rige. Es una de esas señoras que oye cosas en la televisión y le da por contestar a los presentadores. Ni se espera a que den la noticia entera, para qué. Oye campanas y no sabe dónde. Cree que las imágenes del sorteo del año pasado que aparecen en pantalla son en directo. Saca su décimo y coincide. Ni repara en que es una grabación ni en que ese décimo que sostiene en la mano es de un sorteo de la ONCE del verano pasado. Hace tiempo que Carmina no está entre nosotros.
Sale a la calle. Grita que le ha tocado la lotería. Enseña el boleto. En cualquier lugar del mundo conocido alguien le hubiera explicado que el gordo es mañana. Que ese boleto es de otro sorteo. Que lleva una zapatilla de cada color. Pero no en este pueblo.
Todos están en shock. Se embarcan en el desvarío de la jodida loca sin tener muy claro qué está sucediendo. Delirio colectivo. Histeria. La acompañan al bar y comienzan a beber. Beben mucho. Carmina más que nadie: mezcla anís con la medicación. Sabe que está bailando con el diablo en el filo de una navaja, pero ya es tarde para ella. Corre la sidra, el champán, el brandy. Corre todo. No es fácil entrar en el baño, parece siempre ocupado.
Carmina, muy colocada, anima a todo el mundo a seguir la fiesta en el faro. Cargan con botellas y comida, llevan langostas, orujo, cocaína. La Guardia Civil les sale al paso. Ellos no comprenden qué está pasando, solo ven una muchedumbre drogada en la carretera. Saben que abrir fuego no es una opción. No tendrían la menor posibilidad de escapar con vida, los refuerzos tardarían en llegar. La operación salida ha movilizado a todos los efectivos disponibles. Están solos. Optan por escoltar a la gente vigilando sus espaldas. Van al faro, ahí serán más vulnerables.
Empieza la fiesta. Nadie se acuerda ya de la puta lotería. Solo beben y comen y siguen ahí. El hijo de Carmina es diabético, no puede beber. Es el único que mantiene un ápice de cordura. Trata de hablar con su madre pero la encuentra ida, enfrascada en su quimera autodestructiva. Se rinde.
El desenlace:
El anuncio acaba, la fiesta continúa. No lo veréis en televisión, pero los vecinos siguen allí. Amanece en el faro. Ya no queda bebida ni comida y la cocaína también se agotó. Hace frío. Las olas rompen allí abajo, el viento hace temblar los cristales. Continúan dentro. No pueden salir. Algo se lo impide. No saben qué es. Se interrogan unos a otros, qué pasa si salimos, se dicen. No hay respuesta. Pasan las horas, hay hambre, sed, bajona. Nadie se atreve a cruzar la puerta. Se vuelven hacia Carmina.
Pero Carmina ha muerto hace horas. Está tiesa en su silla.
Interpretación # 3 (inspirada en Los Serrano)
Resines despierta. Ni es Navidad ni nada.
por El Diestro.